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El diccionario es una herramienta dispuesta en el de la Comisión de la Verdad. El equipo de lenguaje controlado ha tenido un rol fundamental en su construcción, siendo co-creadores y líderes en el diseño de la metodología y de los mockups que definieron y perfilaron la herramienta. Adicionalmente, han sido las personas encargadas de crear el contenido que nutre la herramienta.
El diccionario es una herramienta pensada para facilitar procesos que van más allá de la Comisión de la Verdad; y ese es su reto más grande: generar posibilidades de diálogo y construcción colectiva con la ciudadanía. En este sentido, y según el equipo de lenguaje controlado, la herramienta ha sido pensada para que apoye la lectura del Informe Final, para que apoye procesos pedagógicos en escuelas y universidades, y para que sirva de guía en la navegación por el repositorio legado por la Comisión de la Verdad.
De acuerdo con este reto fundamental, el diccionario se ha centrado, por un lado, en reunir las definiciones construidas durante el proceso de investigación; y, por otro lado, en darles un contexto para ampliarlas y aterrizarlas a través de casos ilustrativos como una entrevista o un recurso.
El diseño y desarrollo de la herramienta fue un proceso colectivo donde diferentes experticias aportaron esfuerzos que consolidaron un trabajo importante para la concreción del proyecto. En este sentido, y según el equipo de lenguaje controlado, un primer momento estuvo guiado por el equipo de diseñadores, quienes construyeron los mockups; un segundo momento estuvo a cargo de los ingenieros, quienes implementaron la herramienta a partir de los diseños establecidos y las necesidades específicas del proyecto (para qué va a servir). De acuerdo con el equipo de lenguaje controlado, los ingenieros, más allá de entender un requerimiento, buscaron comprender la usabilidad, los usuarios y la finalidad del proyecto; de esta manera, las reuniones interdisciplinares se vuelven clave para lograr los objetivos.
Esas primeras reuniones no fueron para hablar como tal de la herramienta, sino que en principio tocó hacer una discusión teórica del proceso que queríamos hacer. Tocó explicar a los compañeros por qué queríamos hacer un diccionario y cómo nos diferenciábamos del tesauro… y a partir de esa información, que yo llamaría teórica, fue que los compañeros dijeron: ahora sí entendemos, sí es necesario hacer un diccionario, vamos a esforzarnos por desarrollar esta herramienta...
Estas reuniones teóricas, según el equipo, llevaron a que los ingenieros se apropiaran conceptualmente de la herramienta logrando un resultado importante dentro del proyecto; son ingenieros que pueden hablar de campos semánticos y de términos, aunque no sea su fuerte disciplinar. Ahora bien, para lograr este lenguaje común fue necesario que ambos equipos (lenguaje controlado e ingenieros) usaran ejemplos que aterrizaran los tecnicismos a lenguajes cotidianos que permitieran comprender de la mejor manera el proceso:
Nos decían: por qué hablan de términos y no de palabras. Siempre recuerdo que se les daba el ejemplo: el término siempre está compuesto de varias palabras, por eso en el diccionario se habla de términos y no de palabras (por ejemplo, un término es si se habla de falsos positivos). De la misma manera, ellos tienen unos términos en inglés, y siempre los traducen y nos explican. Para que comprendieran qué es un campo semántico, tocó dar muchos ejemplos: que un campo semántico está conformado por varios términos… y queríamos que eso se reflejara en el diccionario, que son como temas que abarcan diferentes términos. Ellos con esa explicación, muy sencilla, se apropiaron conceptualmente de todo...
Una de las dificultades a las que se enfrentó el equipo de lenguaje controlado fue transmitir las diferencias entre un tesauro y un diccionario; diferencias que no son fácilmente palpables si no se generan diálogos interdisciplinares que permitan comprenderlas. En este sentido, el proyecto fue una apuesta que implicó sentar unas diferencias y unos horizontes claros que permitieran identificar la propuesta social instaurada en la base de la idea de un diccionario. De acuerdo con esto, y según el equipo, el tesauro fue pensado para organizar la información misional (información que surge de la entidad para catalogar, para etiquetar y para normalizar); mientras que, por su parte, el diccionario fue pensado para la gente, para que la ciudadanía pudiera ubicarse conceptualmente en el trabajo realizado por la Comisión de la Verdad.
Esta diferencia da entrada a lo que es el diccionario. Según el equipo de lenguaje controlado, el diccionario es una herramienta pedagógica especializada para la comprensión del conflicto por parte de la ciudadanía; y es especializada porque son los investigadores de la Comisión de la Verdad los que ayudaron en la construcción de las definiciones y en la revisión de los términos. En este sentido, el diccionario tiene dos vías: especializado, porque tiene el enfoque investigativo; y pedagógico, porque busca que la ciudadanía pueda comprender el conflicto armado colombiano a partir de una serie de términos y de campos semánticos.
Según el equipo de lenguaje controlado, llegar al diccionario implicó identificar qué otros diccionarios especializados existen en el país; sin embargo, y según relata el equipo, sobre el conflicto colombiano los diccionarios están más centrados en aspectos jurídicos y hechos victimizantes. En este sentido, el diccionario legado por la Comisión de la Verdad se convierte en el primer intento que hay, a nivel nacional, de un diccionario con una terminología distinta que narra desde otras perspectivas el conflicto.
Uno dirá: gestor cultural qué tiene que ver con violencia. Sin embargo, cuando se miran las definiciones de un diccionario de estos y se mira gestor cultural, se puede ver esa definición aterrizada a cómo los gestores culturales han tenido que transformar su quehacer en medio de contextos de conflicto...
Una de las apuestas, entonces, tiene que ver con relacionar palabras y términos que, en apariencia, no tienen nada que ver con el conflicto armado pero, al mirarlas en contexto, dicen mucho de las transformaciones, dificultades y procesos que ha traído consigo el conflicto colombiano.
Uno de los aportes que el equipo señala como importante es la posibilidad de ofrecer un diccionario especializado: un diccionario construido con base en las experiencias de investigación de la Comisión de la Verdad; hecho que implica que haya una terminología que no se encuentra en otros lugares o en otras herramientas. Este punto hace que el diccionario sea una herramienta de referencia para la ciudadanía: facilita la lectura del Informe Final y la exploración del archivo del esclarecimiento de la Comisión de la Verdad. Adicionalmente, y en consecuencia, el aporte más grande es la posibilidad de comprender el conflicto a partir de miradas tal vez inéditas.
Nosotros asumimos que, como hemos vivido en el conflicto, entendemos por qué se da el conflicto, y no es tan así... la mayoría de nosotros no lo entendemos. La palabra es como la unidad mínima de significado, y si nosotros tenemos significados claros sobre la vida, sobre nuestra experiencia, seguramente vamos a comprender mucho mejor las cosas; no sé si tan poéticamente como lo diría un lingüista o un semántico, pero sé que la palabra es la que a nosotros nos empieza a formar el pensamiento, entender lo que la palabra nos quiere decir… y en ese sentido, los diccionarios cobran todo el sentido...
El diccionario es la posibilidad que tienen los investigadores de exponer el trabajo que hicieron durante todo el mandato de la Comisión de la Verdad; y es la posibilidad que tiene la ciudadanía para conocer esos puntos de vista que dan cuenta de ese otro conflicto que muchas veces pasa inadvertido (por ejemplo, la posibilidad de entender otras perspectivas en el tema del narcotráfico). En otras palabras, y según el equipo de lenguaje controlado, el diccionario brinda la posibilidad de salir de esos lugares comunes que han definido una sola mirada para entender el conflicto; es la posibilidad de que muchas situaciones se nombren, se conozcan y se reconozcan como parte del conflicto.
Este último punto da entrada a otro de los aportes resaltados por el equipo de lenguaje controlado: más allá de ser un diccionario normativo (cómo debería ser nombrado el homicidio, por ejemplo), la herramienta permite que las personas entiendan cómo la Comisión de la Verdad entendió el conflicto, explicando, en un lenguaje muy cotidiano, cómo se pensaron ciertas categorías de análisis y cómo se llegó a ciertas ideas. Es por ello que, resalta el equipo, el diccionario fue una construcción colaborativa, a partir de un equipo interdisciplinario.
Queremos salirnos un poco de eso, y por eso metimos todo lo de los casos ilustrativos, porque queríamos aterrizar en el discurso de las víctimas, de los actores, de los responsables, cómo se dan las cosas que están ahí plasmadas… eso es importante resaltarlo porque si la gente está esperando que la Comisión entregue un diccionario normativo, eso nunca va a pasar; esto no es un diccionario de la lengua, es un diccionario de un contexto que tenemos que vivir los colombianos, y que una entidad que investigó sobre eso quiere ofrecerle a la ciudadanía...
La ventaja de que el diccionario sea digital es que puede seguir creciendo con nuevos términos. Una de las expectativas del equipo es que el diccionario tenga muchas más entradas, resultado de otras investigaciones; asimismo, que pueda generar espacios de retroalimentación que complejicen los términos y campos semánticos que ya se han definido. En últimas, se quiere que la herramienta no deje de crecer, no quede estática, y realmente genere posibilidades de diálogo con comunidades, universidades e instituciones públicas y privadas. En este sentido, el diccionario debería tener la posibilidad de generar comentarios para refutar y/o reforzar las discusiones que se proponen; es decir, que la herramienta tenga un componente interactivo que permita el diálogo ciudadano.